Diciembre, 2024
Hoy, sin embargo, está tomando forma un modelo más radical de museo: más experimental, menos determinado arquitectónicamente y que ofrece un compromiso más politizado con nuestro momento histórico. […] En lugar de seguir la corriente principal de las grandes firmas, estos museos recurren a la gama más amplia de artefactos para situar la relación del arte con historias particulares de relevancia universal. — Claire Bishop, Radical Museology
Los museos de arte contemporáneo han experimentado una transformación crítica en las últimas décadas. Frente a las fuerzas privatizadoras y la presión de convertirse en templos de consumo visual, ciertos espacios han abrazado una museografía radical. Esta práctica no solo desafía los modos convencionales de exhibición, sino que redefine el rol del museo como un agente de cambio social y político. Entre estos ejemplos, destacan tres instituciones europeas: el Van Abbemuseum en Eindhoven, el Museo Reina Sofía en Madrid y el +MSUM en Ljubljana.
Los tres museos comparten una concepción del pasado como un campo abierto y fragmentado, lejos de las narrativas lineales y cerradas, estableciendo una deuda crítica hacia las historias silenciadas y las memorias marginales. El Van Abbemuseum, el Museo Reina Sofía y el +MSUM rechazan la idea del pasado como un archivo estático y lo abordan como un espacio de montaje y reinterpretación constante. Esta deuda se manifiesta en su compromiso por visibilizar las fracturas históricas, ya sea a través de la metodología constelatoria del Van Abbemuseum, la mirada decolonial del Reina Sofía o las categorías temporales del +MSUM, todas ellas orientadas a cuestionar estructuras de poder, rescatar narrativas subalternas y repensar los legados traumáticos en relación con las urgencias del presente.
El Van Abbemuseum, bajo la dirección de Charles Esche, despliega su colección en un juego constante de temporalidades y contextos históricos. Esta práctica remite a la metodología constelatoria propuesta por Aby Warburg en su Atlas Mnemosyne, donde las imágenes son liberadas de sus contextos originales y dispuestas en nuevos órdenes que permiten establecer relaciones no lineales y dialécticas. Para Warburg, esta técnica no sólo permitía penetrar en el laberinto de la memoria colectiva, sino también cuestionar la linealidad del tiempo a través de la yuxtaposición de diferentes épocas y culturas.
El programa Plug In, desarrollado por el Van Abbemuseum entre 2006 y 2009, revolucionó la manera en que las instituciones museísticas conciben y presentan sus colecciones permanentes. Este modelo experimental introdujo un sistema modular que permitía reorganizar continuamente las obras en torno a preguntas críticas y temáticas relevantes, desafiando las narrativas fijas que suelen dominar en los museos tradicionales. Plug In no solo ofreció un enfoque dinámico que rompía con la jerarquía convencional entre obra, espacio y espectador, sino que también buscó involucrar al público como un agente activo en la interpretación del arte. Este programa puso en diálogo disciplinas como la política, la memoria histórica y la teoría social, transformando el museo en un espacio de cuestionamiento crítico y aprendizaje mutuo.
Además, sentó las bases para iniciativas posteriores como Play Van Abbe, que expandió estos principios hacia una museografía más participativa y experimental, consolidando al Van Abbemuseum como un laboratorio de innovación curatorial.
Entre los artistas presentados, se incluyeron figuras como Mario Merz, cuya instalación Igloo Nero exploró las nociones de refugio y espacio, y René Daniëls, cuyas obras conectaron la identidad local de Eindhoven con discursos globales. Frank Stella, con su pintura Tuxedo Junction, permitió una revisión crítica del arte abstracto, mientras que Sol LeWitt y John Baldessari ofrecieron un intercambio conceptual a través de un mural y el icónico video Baldessari Sings LeWitt. La obra I WENT de On Kawara introdujo reflexiones sobre el tiempo y la existencia, posicionando el programa como un espacio de interacción crítica entre la colección y el público.
Cada episodio de Plug In se estructuró como una experiencia autónoma, estableciendo narrativas temporales y temáticas que conectaban a los artistas con las inquietudes sociales y políticas del presente. Por ejemplo, la integración de Sol LeWitt y John Baldessari en un mismo episodio destacó tanto las convergencias conceptuales entre sus obras como la ampliación de la percepción del arte como un acto colaborativo. De igual forma, la presentación de Mario Merz dialogó con temas de migración y pertenencia, reforzando la idea de que el museo puede ser tanto un archivo histórico como un espacio de cuestionamiento activo. Con este enfoque, Plug In posicionó al Van Abbemuseum como un laboratorio curatorial que celebra el arte del pasado mientras lo reactiva para interpretar y transformar el presente.
El Van Abbemuseum también ha llevado a cabo la recreación de dos espacios fundamentales para entender las aspiraciones utópicas de la modernidad artística: el Workers’ Reading Room de Aleksandr Rodchenko y el Raum der Gegenwart de László Moholy-Nagy. El Workers’ Reading Room, diseñado para el Pabellón Soviético en la Exposición Internacional de París en 1925, materializa los ideales del constructivismo soviético al crear un espacio funcional que unía educación, ocio y política para la clase trabajadora. Este diseño, basado en principios de modularidad y utilidad, fue concebido para democratizar el acceso al conocimiento y a la cultura, integrando elementos como mesas de lectura, áreas para el ajedrez y una disposición que fomentaba la colectividad. Por su parte, el Raum der Gegenwart de Moholy-Nagy, concebido en 1930 pero nunca realizado en vida del artista, refleja el compromiso de la Bauhaus con la integración de arte, tecnología y vida cotidiana. Este espacio, reconstruido en el Van Abbemuseum en 2009, incluye elementos como el icónico Light-Space Modulator y dispositivos multimedia, convirtiéndose en un entorno inmersivo que anticipa los debates actuales sobre el arte interactivo. Ambas recreaciones rescatan el espíritu crítico de sus épocas e invitan a reflexionar sobre cómo las ideas de la modernidad pueden reinterpretarse para responder a los desafíos culturales, sociales y políticos del presente.
Es un movimiento que ha transformado el panorama artístico chileno durante 15 años. Es la única feria internacional de arte contemporáneo en Chile que posiciona a Santiago como un destino de turismo cultural y promueve la diplomacia cultural.
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